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¿Reemplazarán los robots a los docentes?

Docentes
15 Marzo 2022

La especulación sobre que los robots acabarán sustituyendo a los humanos en sus puestos de trabajo es cada vez mayor. Sin embargo, en el entorno educativo este reemplazo suscita dudas. ¿Pueden los robots sin sentimientos educar a niños en fase infantil? ¿Cuáles son las diferencias entre el aprendizaje humano y el robot? ¿Quién enseñará a interactuar con humanos? ¿Son las computadoras mejores que nosotros? Los expertos coinciden en que los robots no van a sustituir al profesor, pero le van a ayudar.


Es innegable que, poco a poco, los seres humanos nos estamos acostumbrando a tratar a las máquinas como seres sensibles y a hablar con ellas como amigos e incluso terapeutas. Tanto es así que los científicos de la NASA lloraron cuando se perdió uno de sus robots en Marte.


En el ámbito de la educación, la pregunta sobre cómo será en el futuro es una sucesión de incógnitas: ¿Desaparecerán las aulas tal y como las conocemos, reconvertidas en espacios más flexibles? ¿Las pantallas desterrarán para siempre al papel? Y los docentes… ¿acabarán sustituidos por los robots? 


Hace tres años, el experto británico Anthony Sheldon se aventuró a pronosticar que en 2027 las máquinas inteligentes ya habrían reemplazado a los profesores. Su predicción dibujaba un panorama inquietante. En su visión, la tarea de transmitir el conocimiento recaería por completo en los robots, mientras que los docentes quedarían relegados a un papel de asistente (para mantener la disciplina en el aula, ayudar a los alumnos, preparar el material necesario para las clases…).


Aunque es un hecho que la inteligencia artificial ha llegado ya a la educación, este escenario de Sheldon no parece factible a tan corto plazo y las investigaciones apuntan a un panorama mucho menos radical al dibujado por el educador e historiador británico. Para empezar, porque la propia inteligencia artificial está todavía lejos de ser una verdadera inteligencia.


Los expertos distinguen entre dos tipos, la débil y la general o fuerte. La primera es la que ya convive con nosotros. Se trata de programar a la máquina para que realice tareas concretas, en rangos limitados previamente definidos: recomendarte una canción según lo que escuchas en Spotify, tramitar tus reclamaciones en el banco o, en el caso de la educación, resolver la duda de cuándo es la fecha de un examen.


La inteligencia artificial general, por su parte, lo que persigue es dotar a la máquina de una verdadera inteligencia que funcione como la humana, es decir, que sea capaz de resolver problemas por sí misma y no en marcos previamente definidos. De tener incluso emociones, personalidad o, por ejemplo, dominar el lenguaje humano para ser capaz de leer las respuestas de un examen y decidir si un estudiante merece un 4 o un 10 de calificación. Es una posibilidad aún lejana. “Es el escenario de la ciencia ficción”, asegura Guillem García Brustenga, experto en modelos y estrategias de innovación, y en transformación digital de empresas. 


Por lo tanto, no, los robots no van a sustituir a los profesores. Pero sí las clases del futuro serán una especie de tándem entre humanos y máquinas en el que cada uno de ellos se especializará en aquello que mejor sepa hacer. Un binomio en el que el profesor seguirá asumiendo la tarea esencial de transmitir conocimiento, pero podrá apoyarse en la máquina para descargarse de las tareas más repetitivas y mecánicas. De hecho, ya hay numerosos ejemplos de cómo la inteligencia artificial puede aplicarse en los centros educativos para desatascar, por ejemplo, la parte administrativa y de gestión.


El trabajo del profesor no solo no peligra, sino que se hará más indispensable aún, dado que se convertirá en el encargado de formar y entrenar al robot”, asegura García Brustenga.


Practicar un idioma charlando con un dispositivo, preguntar a un chatbot (programa que integra la inteligencia artificial y que es capaz de simular o mantener cierto nivel de conversación con las personas) la diferencia entre dos conceptos, interrumpir una clase impartida por un avatar y pedirle que amplíe sus argumentos… Los profesores-robots ya están entre nosotros y los usamos a diario, prácticamente sin darnos cuenta. Pero volviendo a la cuestión de si llegará un momento en el que la tecnología sustituya a los formadores, la conclusión del informe Los chatbots en educación es la misma: reemplazarlos no, complementarlos sí.


Según este documento, el objetivo de los chabots “no es tanto sustituir a la figura docente, como complementarla”. Y aunque se prevé que las máquinas vayan asumiendo cada vez más tareas, la participación humana será indispensable. “El profesor del futuro será la suma del docente humano y del docente de inteligencia artificial, con una distribución de tareas complementarias”.


Los autores del informe señalan que no hay que tener miedo a la incorporación de la inteligencia artificial en los procesos de aprendizaje y explican que “es algo que va a ocurrir y beneficia a todos: al docente y, sobre todo, al estudiante, que debe ser el centro del aprendizaje y que va a disfrutar de acompañamiento permanente”. Pero añaden que “es un servicio que de momento no es posible ofrecer porque ningún profesor humano puede estar siempre disponible”.


En cambio, según la Universidad de Buckingham, los robots podrían sustituir a los docentes en menos de una década. Su vicerrector, Sir Anthony Seldon, ha señalado que los robots inteligentes se adaptan a los estilos de aprendizaje de los niños de forma individual y que los programas que se están desarrollando en Silicon Valley servirán para que los robots aprendan a leer los cerebros y expresiones faciales de los alumnos. De esta forma se podrá adaptar el método de comunicación a lo que mejor le convenga a cada uno.




“Todo el mundo puede tener el mejor profesor y está completamente personalizado, el software con el que estás trabajando estará contigo a lo largo de tu jornada educativa”, ha afirmado Seldon. Con esta nueva técnica, el papel de los profesores quedaría reducido al de “supervisores”; se encargarían de vigilar el proceso de los alumnos individuales. Este desarrollo también significaría que solo el 30 % del tiempo escolar se invertirá en clase.

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